Descubren evidencias del impacto cósmico que arrasó hace 12.800 años uno de los primeros asentamientos civilizados de la humanidad

Imagen ilustrativa de la Universidad de California en Santa Bárbara
Los científicos que investigan el misterioso vidrio encontrado en el yacimiento arqueológico de Abu Hureyra proponen que hace unos 12.800 años el fragmento de un cometa impactó con la Tierra creando una enorme bola de fuego a 2.200ºC que arrasó uno de los primeros poblados humanos de la historia. Y no fue el único

Era la década de 1970, un grupo de arqueólogos trabaja contrarreloj para rescatar todas las piezas posibles de un interesante yacimiento situado en el norte de Siria, antes de que todo el lugar terminara inundado debido a la construcción y cierre de la presa de Taqba, en el río Eufrates. El sitio arqueológico se llama Abu Hureyra, fue testigo del momento hace casi 12.800 años en que los antiguos pueblos nómadas decidieron dejar de vagar por la Tierra, y establecerse por primera vez en asentamientos permanentes y comenzar a cultivar haciendo de la agricultura su principal fuente de alimento. Aquel lugar fue el germen de una de las primeras civilizaciones humanas. Fue un fenómeno que se produjo en otras partes del planeta, aunque en distintas fechas; se trato de un auténtico salto cuántico, uno de los eventos más importantes en la historia de la humanidad y del planeta, y el pueblo de Abu Hurevra fue uno de los primeros en dar el paso hacia la civilización.

Un gran montículo marcaba el primitivo asentamiento, que ahora se encuentra bajo el lago Assad (producto de la presa); pero antes de que se formara el lago, los arqueólogos pudieron extraer y describir cuidadosamente mucho material, incluidas partes de casas, alimentos y herramientas.

Pero resulta que Abu Hureyra tenía otra historia que contar. Entre los cereales y granos, salpicado entre los primeros materiales de construcción y huesos de animales, se encontraron fragmentos de vidrio fundido, que sugieren que se formó a temperaturas extremadamente altas, mucho más altas de lo que los humanos podían lograr en ese momento, o que podrían atribuirse al fuego de hogueras, incendios o incluso al calor de los volcanes. "Para ayudar con la perspectiva, temperaturas tan altas derretirían completamente un automóvil en menos de un minuto", dijo James Kennett, profesor emérito de geología de la Universidad de California en Santa Bárbara. Tal intensidad, agregó, solo podía haber sido el resultado de un fenómeno extremadamente violento, de alta energía y alta velocidad, algo del orden de un impacto cósmico de un asteroide o un cometa.

Basado en los materiales recolectados antes de que el sitio fuera inundado, Kennett y sus colegas sostienen que Abu Hureyra es el primer sitio donde se puede documentar los efectos directos y catastróficos del impacto del fragmento de un cometa en un asentamiento humano. Este fragmento sería parte de un cometa mayor fragmentado, cuyos restos se estrellaron contra la Tierra en un fenómeno similar al que se pudo observar en Júpiter en 1994, con los impactos del cometa Shoemaker-Levy 9.

Los cometas son cuerpos formados básicamente por hielos (en plural porque además de agua hay diversos gases congelados), restos de polvo y algunas rocas; a diferencia de los asteroides que están formados fundamentalmente por rocas y polvo y que son mucho más compactos. Existen millones de cometas en las regiones del Sistema Solar situadas más allá de Plutón, como el Cinturón de Kuiper o la inmensa Nube de Oort que cubre el área más externa hasta donde llega la influencia gravitacional del Sol. En ocasiones pueden precipitarse hacia el Sistema Solar Interior, ya sea por interacciones entre ellos, la influencia de un planeta enano, o una estrella que pase cerca del Sistema Solar. Al calentarse por la acción del Sol los hielos de los cometas empiezan a evaporarse expulsando gas y polvo formando sus famosas colas, un fenómeno que comienza a ser visible una vez que el cometa atraviesa la órbita de Júpiter. Las colas pueden parecer hermosas y casi poéticas, pero en realidad son producto de fenómenos muy violentos que se producen en el cometa. El calor del Sol evapora los gases congelados durante miles de millones de años y estos son expulsados violentamente con erupciones, chorros y estallidos, lo puede ocasionar la fragmentación del cometa. Un cometa también se puede romper debido a la acción gravitacional de un planeta si pasa cerca de él, algo que le sucedió al Shoemaker-Levy 9. En ambos casos se crea un tren de fragmentos, ya que aunque el cometa se rompa en pedazos estos conservan su trayectoria original.

La mayoría de los cometas terminan desintegrándose en el Sol o impactando en Júpiter; pero algunos llegan a chocar con la Tierra. El conocido como bólido o evento de Tunguska fue una explosión aérea de muy alta potencia ocurrida en la meseta central de Siberia, a las 7:17 de la mañana del 30 de junio de 1908. Hay varias teorías, pero la mayoritaria es que la explosión la originó el fragmento de un cometa de unas pocas decenas de metros de diámetro. Al estar compuesto mayoritariamente de hielo el fragmento cometario se desintegró de forma violenta en la atmósfera sin dejar un cráter; pero esto no evitó que se originara una enorme bola de fuego y arrasara 2.150 kilómetros cuadrados de bosque.

Los científicos que investigan el misterioso vidrio de Abu Hureyra proponen que algo similar ocurrió hace unos 12.800 años arrasando el asentamiento de aquel germen de civilización humana. El impacto cometario puede explicar el origen del vidrio y a la vez explicar por qué no existe ningún cráter en la zona.

Aunque según la teoría que exponen, este no sería un caso aislado como el de Tunguska, según afirman el evento que destruyó el pueblo de Abu Hureyra formó parte del bombardeo de un cometa fragmentado cuyos restos impactaron en diversos lugares de la Tierra al final de la época del Pleistoceno. Según los investigadores este impacto contribuyó a la extinción de la mayoría de los animales grandes, incluidos los mamuts, y los caballos y camellos estadounidenses; la desaparición de la cultura norteamericana Clovis; y al inicio radical del episodio de enfriamiento conocido como Younger Dryas, una especie de intensa mini Edad del Hielo que coincidió con el final de la Era glacial.

Los hallazgos del equipo se destacan en un documento publicado en la revista Nature Scientific Reports. "Nuestros nuevos descubrimientos representan evidencia mucho más poderosa de temperaturas muy altas que solo podrían asociarse con un impacto cósmico", dijo Kennett, quien junto con sus colegas reportó por primera vez evidencia de tal evento en la región en 2012.

Abu Hureyra se encuentra en el sector más oriental de lo que se conoce como "el campo sembrado de Younger Dryas Boundary (YDB)", que abarca otros 30 sitios en América, Europa y partes de Medio Oriente. Estos sitios tienen evidencia de quema masiva, incluida una capa de “esterilla negra” rica en carbono que contiene millones de nanodiamantes, altas concentraciones de platino y pequeñas esférulas metálicas formadas a temperaturas muy altas. La hipótesis del impacto YDB ha ganado más fuerza en los últimos años debido a muchos descubrimientos nuevos, incluido un cráter de impacto muy joven debajo del glaciar Hiawatha de la capa de hielo de Groenlandia, y el vidrio fundido a alta temperatura y otras pruebas similares encontradas en un sitio arqueológico situado en Pilauco, sur de chile.

"El pueblo de Abu Hureyra habría sido destruido abruptamente", dijo Kennett. A diferencia de la evidencia de Pilauco, que se limitó al sacrificio humano de animales grandes hasta la capa de quemaduras de impacto YDB, pero no más joven. Abu Hureyra muestra evidencia directa del desastre en este asentamiento humano temprano. Kennett señaló que un impacto o una explosión de aire debe haber ocurrido lo suficientemente cerca como para enviar calor masivo y vidrio fundido a todo ese primitivo pueblo. El vidrio se analizó para determinar su composición geoquímica, forma, estructura, temperatura de formación, características magnéticas y su contenido de agua. Los resultados del análisis mostraron que se formó a temperaturas muy altas e incluyó minerales ricos en cromo, hierro, níquel, sulfuros, titanio e incluso hierro fundido rico en platino e iridio, todos los cuales se formaron en temperaturas superiores a 2.200 grados Celsius.

"Los materiales críticos son extremadamente raros a temperaturas normales, pero se encuentran comúnmente durante los eventos de impacto", dijo Kennett. Según el estudio, el vidrio fundido se formó "a partir de la fusión y vaporización casi instantánea de biomasa regional, suelos y depósitos de llanuras de inundación, seguido de enfriamiento instantáneo". Además, debido a que los materiales encontrados son consistentes con los encontrados en las capas YDB en los otros sitios en todo el mundo, es probable que resulten de un cometa fragmentado, a diferencia de los impactos causados por los cometas o asteroides individuales.

"Un solo gran impacto de asteroide no habría causado materiales tan dispersos como los descubiertos en Abu Hureyra", dijo Kennett. “Se propone que los grupos de desechos cometarios más grandes sean capaces de causar miles de ráfagas de aire en un lapso de minutos en todo un hemisferio de la Tierra. La hipótesis YDB propuso este mecanismo para dar cuenta de los materiales de coeficientes ampliamente dispersos en más de 14.000 kilómetros de los hemisferios norte y sur. Nuestros descubrimientos de Abu Hureyra apoyan firmemente un evento de gran impacto de un cometa tan fragmentado".


Antonio R. D.
Fuente: Nota de la Universidad de Universidad de California en Santa Bárbara
La investigación sobre este estudio fue realizada también por Andrew Moore, del Instituto de Tecnología de Rochester en Nueva York; William M. Napier, del Observatorio y Planetario Armagh en Irlanda del Norte; Ted E. Bunch y James H. Wittke, de la Universidad del Norte de Arizona; James C. Weaver, de la Universidad de Harvard; Malcolm LeCompte y A. Victor Adedji, de la Elizabeth State University en Carolina del Norte; Paul Hackley, del Servicio Geológico de los Estados Unidos; Gunther Kletetschka, de la Academia Checa de las Ciencias, la Universidad Charles en la República Checa y la Universidad de Alaska; Robert E. Hermes, del Laboratorio Nacional de Los Alamos (retirado); Joshua J. Razink de la Universidad de Oregon; Michael Willam Gaultois, de la Universidad de Liverpool en el Reino Unido; y Allen West, del Comet Research Group en Arizona.

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