Los encontraron! Una enorme "fosa común" de fósiles víctimas del asteroide de Chicxulub que marcó la extinción de los dinosaurios
Un equipo de paleontólogos con sede en la Universidad de Kansas han desenterrado una hilera de fósiles de peces y animales exquisitamente conservados, criaturas que vivían en y alrededor de un río profundamente cincelado y que murieron repentinamente durante la catástrofe provocada por el impacto del asteroide de Chicxulub, el que marcó la extinción masiva del Cretácico, donde murieron el 70% de todas las especies del planeta incluidos todos los dinosaurios.
Imagen del yacimiento de Tanis. -Foto KU Biodiversity Institute and Natural History Museum-. |
Encontrar fósiles de hace decenas de millones de años no es fácil, la Tierra cambia, se hunden los continentes, surgen montañas, nacen nuevos, océanos, mares y ríos. Así que encontrar un yacimiento con gran número de ellos es una gran noticia; pero en este caso son los restos de una Pompeya Animal, los cientos cadáveres de animales que fallecieron en los primeros instantes de la extinción en masa del final del Cretácico.
Según el último dato más preciso aportado por investigadores de la Universidad de Glasgow, ese terrible momento sucedió hace 66,038,000 ± 11,000 años. Un asteroide de por lo menos 11 kilómetros de diámetro impactó en lo que ahora es la península de Yucatán, México, formado cráter de 180 km de diámetro de Chicxulub el segundo cráter conocido más grande del mundo.
El impacto desató una energía equivalente a millones de veces la de la bomba atómica de Hirosima, miles de fragmentos expulsados por el impacto volvieron a caer a lo largo de todo el planeta creado una lluvia de fuego que arrasó con los bosques. Pero las llamas sólo fueron el principio, el evento también lanzó a la atmósfera enormes cantidades de polvo originando un invierno nuclear durante años. Aquel desastre fue una de las causas, quizás la principal, junto con las erupciones masivas que se estaban dando en la India, que su puso la extinción masiva del Cretácico, donde desapareció el 75 por ciento de las especies animales y vegetales de la Tierra y fue el fin del reino de los dinosaurios.
La hipótesis de que un asteroide fuera el causante de esta extinción masiva fue expuesta 1980 por los científicos estadounidenses con raíces asturianas Walter Álvarez geólogo y su padre, el científico ganador del Premio Nobel Luis Walter Álvarez.
Pero hasta la fecha había un problema. ¿Dónde estaban las víctimas del desastre?.
Ahora en un sitio llamado Tanis, en la Formación Hell Creek de Dakota del Norte, Estados Unidos, un equipo de paleontólogos con sede en la Universidad de Kansas han desenterrado una hilera de fósiles de peces y animales exquisitamente conservados, criaturas que vivían en y alrededor de un río profundamente cincelado conectado al antiguo mar interior del oeste que partía en dos los Estados Unidos Western. Los investigadores afirmar que esos murieron repentinamente durante la catástrofe provocada por el impacto de Chicxulub.
Esto lo han deducido los investigadores gracias a dos pistas claves. La primera es que los animales fueron arrastrados y amontonados en un enorme depósito por una ola gigante producto de un maremoto, y apilados justo en el límite KT, que es la línea geológica que marca el momento de la gran extinción del final del Cretácico. Pero un maremoto no necesariamente puede estar ocasionado por un asteroide; así que la segunda pista es la determinante, y es que en este depósito de fósiles también se encontraron partículas de iridio, un metal que está asociado directamente al evento de Chicxulub.
Robert DePalma, uno de los investigadores y estudiante de doctorado de la Universidad de Kansas que Trabaja en el Instituto de Biodiversidad KU y en el Museo de Historia Natural, nos describe el hallazgo y como debieron producirse los acontecimientos: "Una masa enmarañada de peces de agua dulce, vertebrados terrestres, árboles, ramas, troncos, amonites (un tipo de moluscos cefalópodos marinos que poseían una concha característica en forma de espiral y que se extinguieron justo en esa época) y otras criaturas marinas fueron empaquetadas en esta capa por el oleaje dirigido hacia el interior. La sincronización de las partículas de eyección entrantes coincidió con los tiempos de llegada calculados de las ondas sísmicas del impacto".
En aquella época existía un mar tan ancho como el actual mediterráneo que se extendía de norte a sur partiendo en dos América del Norte. Lo que sugiere que el impacto podría muy bien haber provocado un tsunami que habría tardado al menos 17 horas o un poco más en llegar desde el lugar del impacto hasta donde se encontraron los fósiles; aunque las ondas sísmicas son mucho más rápidas y estas habrían llegado en sólo unos minutos; por lo que existe otra posibilidad. DePalma y sus colegas describen la ola gigante que arrasó el sitio de Tanis como un "seiche". Un seiche es una onda estacionaria que afecta a un cuerpo de agua encerrado o parcialmente encerrado. Los seiches y los fenómenos relacionados se han observado en lagos, embalses, piletas, piscinas, bahías, mares. La clave para que se forme un seiche es que el cuerpo de agua esté encerrado, al menos parcialmente delimitado, por ejemplo un lago o un río encajonado, lo que permite la formación de la onda estacionaria.
El término fue promovido por el hidrólogo suizo François-Alphonse Forel en 1890, quien fue el primero en hacer observaciones científicas del efecto en el lago Lemán (en Suiza). La palabra deriva del dialecto francés hablado en Suiza y significa ‘balancearse atrás y adelante’, que se venía usando en la región para describir oscilaciones en los lagos alpinos.
Un ejemplo de este fenómeno se mostró en el terremoto de Tohoku en Japón en 2011, las sacudidas sísmicas causaron grandes olas muy lejos del epicentro, hasta en Noruega a más de 8000 kilómetros de distancia, un lugar donde hubiera sido imposible que llegase la ola de un maremoto en Japón. Además las olas de seiche de Noruega ocasionadas por el terremoto en Japón, sólo tardaron 30 minuto en llegar. Por lo tanto, el impacto de asteroide de Chicxulub podría haber causado olas similares, aunque mucho más poderosas, en lagos y ríos de todo el mundo, sin tener que estar conectadas al mar, y provocando la primera matanza de animales en regiones alejadas del impacto mucho antes que otras consecuencias catastróficas llegaran a la zona.
Una variedad asombrosa de especies conocidas y nuevas
Los investigadores están asombrados por el número, la variedad de especies y la calidad de la conservación de los fósiles del depósito de Tanis. Hay que tener en cuenta que los peces son cartilaginosos, no tienen huesos duros como los dinosaurios o los mamíferos y por tanto es más difícil que fosilicen. Pero en este lugar la sedimentación ocurrió tan rápido que todo se conserva en tres dimensiones. Según dijo Burnham, uno de los investigadores. “Es como una avalancha que se derrumba casi como un líquido y luego se asienta como el hormigón. Fueron asesinados repentinamente debido a la violencia de esa agua. Hasta tenemos un pez que golpeó un árbol y se partió por la mitad".
El sitio de Tanis contiene muchos cientos de antiguos peces fósiles articulados muertos por las secuelas del impacto de Chicxulub y es también notable la biodiversidad que revela el lugar y la amplitud de la mortandad. Es tal la variedad y calidad de los fósiles que se han descubierto varias especies nuevas y otros ejemplares han sido calificados como los mejores fósiles conocidos de su especie. El tesoro fósil llena un vacío en el conocimiento científico con nuevos detalles sobre lo que se vivió en esa enorme catástrofe.
Los investigadores dijeron: "La gente se preguntaba: 'Entendemos que esta explosión mató a los dinosaurios, pero ¿por qué no tenemos cadáveres en todas partes?' Bueno, ahora tenemos cuerpos. No son dinosaurios, pero creemos que con el tiempo también se encontrarán".
Esta "fosa común" de Tanis es sólo una pequeña visión del desastre, quizás en un barranco, o en la ladera de una olvidada colina en un reseco desierto se conserve una auténtica Pompeya de los Dinosaurios, con los restos de la última generación de los animales que reinaron sobre la Tierra durante 135 millones de años, los que vieron el gran resplandor en el cielo que señalaba el fin de su mundo.
- Fuente: Nota de prensa de la KU Biodiversity Institute and Natural History Museum
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