Malas noticias Bruce Willis los asteroides son más difíciles de destruir de lo que se pensaba


-Vídeo en preparación.-
Imagínense que se descubre un asteroide con un 100% de posibilidades de impacto con la Tierra. ¿Cómo evitar el desastre?. ¿Qué es mejor hacer destruirlo o desviarlo?. 

Estas son preguntas que se hacen los expertos, y no es que ahora exista más riesgo de impacto que en el pasado, el problema es que el daño potencial se ha multiplicado. Hace un par de siglos (un instante en los acontecimientos del cosmos), había 10 veces menos humanos que en la actualidad y una ciudad cubría apenas unos cuantos kilómetros cuadrados. En la actualidad las grandes metrópolis ocupan cientos o miles de kilómetros cuadrados, a lo que hay que sumar áreas industriales, vías de comunicación y campos de cultivo. Así que no es haya aumentado el riesgo es la diana, es decir nosotros, los que hemos aumentado en tamaño. Tarde o temprano caerá un asteroide, es inevitable; por lo que diseñar la tecnología y la estrategia para evitar una catástrofe es una prioridad.

Algo típico de las películas sería mandar una misión con una cabeza explosiva para destruirlo; pero puede que sea una mala idea o por lo menos puede resultar mucho más difícil de lo que se pensaba; esta es la conclusión a la que llega un nuevo estudio de investigadores de la Universidad Johns Hopkins, Baltimore, Maryland, Estados Unidos, que utilizaron un nuevo método para entender cómo se fracturan las rocas y aplicaron un modelo por computadora con el fin de simular las colisiones de asteroides.

Esta no es la primera vez que se hace algo semejante. A principios de la década de 2000, un equipo de investigación diferente creó un modelo de computadora en el que se simuló un asteroide de aproximadamente un kilómetro de diámetro golpeando directamente a otro asteroide mayor de 25 kilómetros de diámetro, a una velocidad de impacto de cinco kilómetros por segundo, o 18.000 km/h. Los resultados de aquel estudio daban que el asteroide mayor quedaría completamente destruido por el impacto.

En el nuevo estudio, El Mir y sus colegas, KT Ramesh , director del Hopkins Extreme Materials Institute y Derek Richardson, profesor de astronomía en la Universidad de Maryland, crearon en el mismo escenario un nuevo modelo de computadora llamado Tonge-Ramesh, que Ramesh ayudó a desarrollar. El modelo explica los procesos más detallados y de menor escala que se producen durante una colisión de asteroides. En el nuevo estudio, El Mir y sus colegas, KT Ramesh , director del Hopkins Extreme Materials Institute y Derek Richardson, profesor de astronomía en la Universidad de Maryland, se preguntaron: "¿Cuánta energía se necesita para destruir un asteroide y romperlo en pedazos?". O si lo prefieren: ¿Qué potencia debería tener una bomba para destruir un asteroide que amenazara a la Tierra?.

La simulación se dividió en dos fases: una fase de fragmentación a corto plazo y una fase de reacumulación gravitacional a largo plazo. La primera fase consideró los procesos que duran fracciones de segundo y que comienzan inmediatamente después del impacto. La segunda fase, más larga en el tiempo, analizaba el efecto de la gravedad en que ocurre con todos esos fragmentos que salen volando después del impacto, para terminar atraídos en una la reacumulación gravitacional que ocurre horas después del impacto.

En la primera fase, después de que se golpeara el asteroide, se formaron millones de grietas y se expandieron en ondas a lo largo del asteroide mayor, partes del asteroide fluyeron como arena y se creó un enorme cráter. Esta fase del modelo examinó las grietas individuales y predijo patrones generales de cómo se propagan dichas grietas. El nuevo modelo demostró que no todo el asteroide se rompía por el impacto, a diferencia de lo que se pensaba antes. El modelo de computadora mostraba que el asteroide impactado mantenía un gran núcleo dañado que luego ejercía un fuerte tirón gravitacional sobre los fragmentos en la segunda fase de la simulación.

El resultado final del impacto no es sólo una "pila de escombros", el asteroide impactado mantuvo su núcleo y los fragmentos que habían salido volando iban cayendo sobre el asteroide.

Todo esto nos sirve de advertencia, los asteroides son más duros de lo que se pensaba y si queremos destruir uno necesitaremos mucha más energía. Por lo que al final quizás resulte más fácil desviarlo; siempre y cuando consigamos desarrollar la tecnología suficiente como para poder localizarlo y alcanzarlo antes de que nos resulte imposible hacer nada para evitar el desastre.

Los hallazgos de la Universidad Johns Hopkins, que se publicará en Icarus

- Fuente: Nota de prensa de la Universidad Johns Hopkins

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