Un propulsor o motor iónico o motor es un tipo de propulsión espacial que utiliza un haz de iones que son moléculas o átomos con carga eléctrica.
El método preciso para acelerar los iones puede variar, pero todos los diseños usan la ventaja de la relación carga-masa de los iones para acelerarlos a velocidades muy altas utilizando un campo eléctrico. Gracias a esto, los propulsores iónicos pueden alcanzar un impulso específico alto, reduciendo la cantidad de masa necesaria, pero incrementando la cantidad de potencia necesaria comparada con los cohetes químicos convencionales.
El principio del propulsor iónico data de los conceptos desarrollados por el físico Hermann Oberth y su obra publicada en 1929, Die Rakete zu den Planetenräumen.
Oberth ha sido considerado, junto con el ruso Konstantin Tsiolkovsky y el estadounidense Robert Goddard, uno de los tres padres de la astronáutica. Aunque los tres nunca fueron colaboradores activos: en su lugar, sus logros paralelos ocurrieron con independencia entre ellos.
El primer tipo de motor iónico, conocido como propulsor iónico de tipo Kaufman, se desarrolló en los años 1960 por Harold R. Kaufman, trabajando para la NASA y basados en el Duoplasmatrón.
Ahora la NASA ha conseguido batir una serie de récords y ha logrado con su ultimo prototipo de motor de iones un propulsor que podría utilizarse en futuras misiones humanas a Marte. Se estima que una nave espacial equipada con estos propulsores puede alcanzar una velocidad de hasta 40 kilómetros por segundo frente a los 5 kilómetros por segundo que puede lograr un cohete con un propulsor químico tradicional.
Algo que acortaría y abarataría notablemente los viajes a Marte y la exploración del sistema Solar.
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