Por primera vez se revela el origen de moléculas radioactivas gracias al cadáver de un estrella



Utilizando observatorio ALMA situado en Chile y el NOEMA situado en los Alpes franceses, un equipo de astrónomos ha hecho la primera detección definitiva de una molécula radioactiva en el espacio interestelar. La parte radioactiva de la molécula es un isótopo de aluminio. Las observaciones revelan que el isótopo se dispersó en el espacio después de la colisión de dos estrellas, que dejó un remanente conocido como CK Vulpeculae.

Es la primera vez que se hace una observación directa de este elemento en una fuente conocida. Anteriormente ya se había identificado este isótopo, pero procedía de la detección de rayos gamma y su origen exacto era desconocido.
CK Vulpeculae se encuentra a unos 2000 años luz de nosotros, fue vista por primera vez en 1670 y en aquel momento lo que vieron los observadores parecía una “nueva estrella”, brillante y roja; pero en realidad eran dos estrellas que se había fusionado. Aunque inicialmente era visible a simple vista, se desvaneció rápidamente y ahora son necesarios potentes telescopios para ver los restos de esta fusión, una tenue estrella central rodeada por un halo de materia incandescente que fluye de ella.
348 años después de la observación en la Tierra del evento inicial se observara, los restos de la explosiva fusión estelar han llevado a la firma clara y convincente de una versión radioactiva del aluminio, conocido como aluminio-26. Se trata de la primera molécula radioactiva inestable detectada definitivamente fuera del Sistema Solar. Los isótopos inestables tienen un exceso de energía nuclear y, finalmente, decaen en una forma estable.
La observación de este particular isótopo proporciona nueva información sobre el proceso de fusión que creó a CK Vulpeculae. También demuestra que las capas profundas, densas, e interiores de una estrella, donde se forjan los elementos pesados y los isótopos radioactivos, pueden ser agitadas y lanzadas al espacio por colisiones estelares. Elementos como el hierro o el carbono.
Los astrónomos han podido determinar que las dos estrellas que se fusionaron tenían masas relativamente bajas, siendo una de ellas una estrella gigante roja con una masa de entre 0,8 y 2,5 veces la de nuestro Sol.
Según declaró el líder del equipo Tomasz Kamiński (del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, Cambridge, Estados Unidos) dijo:
“Estamos observando las entrañas de una estrella destrozada por una colisión observada hace tres siglos”, declaró Kamiński, a lo que hay que sumar los 2000 años luz de distancia, por lo que la enorme colisión tuvo lugar en los tiempos en los que Alejandro Magno hacía colisionar Grecia con el imperio Persa.

Ilustración de la colisión entre las dos estrellas.- Imagen del ESO.-

- Fuente: Nota de prensa del ESO. Observatorio Europeo Austral 

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